Sobre un infierno que ha comenzado a descansar.

 

Ahora vuelvo a vosotros, de momento sólo para anunciar que no  tardaré mucho en publicar con regularidad para todos aquellos que  habéis esperado pacientemente mi regreso sin perder la fe en la  persona que plasma estas letras tras la pantalla. Han pasado ya meses  desde que marché sin decir adiós. Meses que he dedicado en toda su  plenitud en batallar contra la procrastinación, avanzando tímidamente  y de una forma torpe por el infierno que ha supuesto este año de  estudios.  El infierno aún no ha acabado y puede que sus llamas se extiendan a lo largo de todo este verano que se auguraba como el verano de mi vida y no ha tardado en descubrirse como un leve receso en la tortura a la espera de un agosto tortuoso y un septiembre decisivo.

Avanzar es una realidad y los echos son un camino. Ha sido un tiempo de reflexión, de esfuerzos inconmensurables, dolores de cabeza, noches sin dormir y lágrimas sobre la tinta que me han arrastrado, a mí y a mis versos, a un nuevo plano donde la abstracción y el absurdo se han mezclado con un decadentismo dionisíaco y decadentista qué, junto con la fantasía, han dado pie a universos abyectos donde la realidad baila con los sueños en la oscuridad de un réquiem por el alma de los seres humanos. Habrá más musas, más críticas al mundo, a los escritores, a la sociedad; más versos, más sexo y más realidades irreales. Pronto, damas y caballeros. Pronto, vosotros que os fundís con mis letras al otro lado de la pantalla, reanudaréis de mi mano el viaje que emprendimos vaya usted a saber cuando en busca de la realidad detrás de esta falacia en la que día a día nos encontramos. Seguiremos el camino al azul por la senda de los sueños y juntos alcanzaremos, tarde o temprano, la realidad de esa tierra que habita en el fondo de lo que vemos. Mystics nos espera al otro al otro lado.